El alma es transparente, como el aire. Es la respiración, el alimento, la vida... Es el amor de todo ser, el guía, que a través de nuestro cuerpo tiene que fluir corectamente a lo largo del camino, pues en la vida se experimenta con el alma. Todo aquello contrario al amor (pecados: mentiras, miedos, digustos, frustaciones, etc) va creando bloqueos energéticos en el alma y también en diferentes partes del cuerpo donde más tarde pueden manifestarse en enfermedades íisicas.
Todos sentimos de todos. Cuando un ser no es consciente de que gran parte de lo que siente no es suyo lo puede llegar a convertir en su propio bloqueo.
Un alma puede sanar a otra. Siente estos bloqueos (energía que no fluye corectamente) como un choque de energía en diferentes puntos. Un sanador es un canal de energía divina puesto que es el amor quien sana y conscientemente deshace estos bloqueos, limpia y carga energéticamente a través de su alma.
El amor es uno. Nuestras almas están unidas y todos tenemos un pedacito de esa misma alma, pues todos venimos de la misma fuente. Seas consciente o no, todos sentimos de todos.
Hasta que el último ser de la Tierra no esté bien, tú tampoco lo estarás.